Intervención del PAT

Forjando un nuevo camino panafricano: Burkina Faso, Ibrahim Traoré y el país de los íntegros

«En realidad no es terrorismo, es imperialismo. Su objetivo es mantenernos en un estado de guerra permanente para que no podamos desarrollarnos y ellos puedan seguir saqueando nuestros recursos».Capitán Ibrahim Traoré, 10 de mayo de 2025

Desde su ascenso al poder el 30 de septiembre de 2022, el capitán Ibrahim Traoré se ha convertido en un poderoso símbolo del panafricanismo y ha marcado un gran contraste con la situación anterior de Burkina Faso. Su liderazgo encarna un patriotismo incuestionable, una soberanía comprometida y una clara visión de futuro. 

La aparición del capitán Ibrahim Traoré y de un estilo de liderazgo similar en el Sahel ha reavivado la esperanza en el panafricanismo y ha inspirado a la juventud de toda África. Este faro de esperanza ha desencadenado un deseo entre la ciudadanía de todo el continente acerca de cómo deberían gobernarse sus países. Gracias a su inquebrantable compromiso y patriotismo, el capitán Ibrahim Traoré se ha convertido en una estrella, una inspiración y un paladín del antiimperialismo, lo que supone una auténtica amenaza para el imperialismo en África. Está forjando un nuevo camino no sólo para las naciones africanas poscoloniales, sino para el mundo entero.

Por mencionar algunos ejemplos: bajo el liderazgo de Traoré, el gobierno de Burkina Faso está respondiendo activamente a las necesidades de la población en tiempo real, demostrando claramente su capacidad para resolver eficazmente los problemas de la gente. Bajo su liderazgo, las fuerzas militares francesas han sido expulsadas, y los Voluntarios para la Defensa de la Patria, dirigidos por civiles, colaboran ahora con el gobierno y las fuerzas fraternales de Níger y Malí para combatir a los grupos terroristas, asegurando la nación gracias a sus esfuerzos. El gobierno también ha nacionalizado reservas de oro valoradas en 80 millones de dólares, ha creado una refinería de oro nacional y ha reducido los salarios del sector público. 

Bajo el liderazgo de Traoré, el gobierno de Burkina Faso ha iniciado un audaz esfuerzo hacia la autosuficiencia lanzando una ofensiva agrícola. Esto ha aumentado significativamente la producción agrícola y ha llevado a un crecimiento constante del PIB del 4-6%. Estas medidas radicales no sólo han impulsado la economía, sino que también han infundido confianza en la satisfacción de las necesidades materiales del pueblo burkinés. En marzo de este año, Burkina Faso inauguró la primera fábrica estatal de productos lácteos de la marca Faso Kosam, a la que seguirán otras similares y nuevos planes para aumentar la producción nacional de lácteos.

Estas acciones se hacen eco del proyecto político del asesinado presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara (1984-87), bajo cuyo liderazgo antiimperialista se lograron importantes avances. Al igual que Traoré en la actualidad, Sankara insistió en la autosuficiencia, la reforma agraria, la protección del medio ambiente, los derechos de las mujeres, la educación, la salud y la creación de comités para defender la revolución. Lo más famoso es que el 4 de agosto de 1984, Sankara cambió el nombre del país del colonial y poco imaginativo Alto Volta a Burkina Faso – «Tierra del pueblo íntegro».

Al igual que Sankara, el gobierno de Traoré está eliminando los símbolos coloniales en todo el país. Los atuendos de jueces y abogadxs y los uniformes de lxs escolares están comenzando a usar tejidos y estilos de producción local. Aunque esto es simbólico, también transmite un mensaje directo y claro de orgullo patriótico por el propio país, la cultura, la historia y el patrimonio. Al mismo tiempo, esta iniciativa defiende la producción textil local. Como parte de la conmemoración del 36º aniversario del asesinato de Sankara, el 15 de octubre de 2023, el Boulevard Général Charles De Gaulle de Uagadugú pasó a llamarse Boulevard Thomas Sankara. Más que un símbolo, esta acción representa un esfuerzo por recuperar la memoria colectiva de la valiente historia de resistencia del pueblo burkinés y reavivar el legado de Sankara en el imaginario popular del país.   

En muchos sentidos, los pasos dados por Sankara y Traoré se encuentran en el corazón de los objetivos y aspiraciones que impulsaron al pueblo burkinabé a luchar por la independencia del dominio colonial francés. La independencia, conseguida el 5 de agosto de 1960, nunca se redujo a la «independencia de la bandera». Aunque la adopción de un himno nacional y una bandera fueron pasos importantes, la gente, parafraseando a Amílcar Cabral, luchaba por cosas concretas; estas cosas concretas encuentran finalmente su expresión en los esfuerzos del gobierno de Traoré, siguiendo los pasos de Sankara. 

Nadie, y mucho menos el «pueblo íntegro de Burkina Faso», está dispuesto a tolerar indefinidamente su condición de decimotercer país más pobre del mundo. La popularidad del gobierno de Traoré debe entenderse, en parte, como producto de la intolerancia del pueblo burkinabé ante la pobreza y la monotonía que le han impuesto décadas de esclavitud, colonialismo y neocolonialismo. 

Un breve vistazo a las estadísticas de esperanza de vida y mortalidad infantil lo ilustra con crudeza: un niñx nacidx en Burkina Faso tiene 16 veces más probabilidades de morir en su primer año de vida que un niñx nacidx en Francia, y si sobrevive, puede esperar una esperanza de vida unos 20 años inferior a la de su homólogo francés.

El legado del saqueo colonial por parte de Francia y otras potencias imperiales ha dejado profundas cicatrices. Incluso después de la independencia, mecanismos como los acuerdos de cooperación Françafrique perpetuaron la dependencia monetaria, militar, económica y política de Francia.

La desestabilización de Libia por la OTAN en 2011 desató una oleada de actividad terrorista en todo el Sahel. La Libia de Gadafi había servido de amortiguador; una vez que cayó, la inseguridad se extendió. A pesar del despliegue de miles de soldados por parte del expresidente francés François Hollande en el marco de la Operación Barkhane, los soldados locales de Malí, Burkina Faso y Níger se sintieron frustrados, a menudo como carne de cañón, mientras la población civil sufría el acoso de las tropas terroristas y extranjeras.

Muchos de los actuales dirigentes de la Alianza de Estados del Sahel (AES) fueron testigos directos de estos abusos. Su compromiso con la soberanía y el desarrollo y su firme rechazo a la injerencia occidental —especialmente francesa— se derivan de estas experiencias.

Burkina Faso ha puesto en marcha algunas de las reformas más audaces de la Alianza de Estados del Sahel. Las políticas de la junta son radicales, y Traoré, un líder joven y carismático, goza de un amplio apoyo en su país y en toda África. De hecho, puede que sea el líder africano más popular desde Thomas Sankara. Del mismo modo, la AES representa un importante avance panafricano, un faro de antiimperialismo y un renovado impulso del socialismo en la tradición del ghanés Kwame Nkrumah. Esto subraya la necesidad crucial de solidaridad con la AES, ya que encarna las aspiraciones compartidas de los pueblos africanos por una auténtica libertad.

Para generaciones de revolucionarixs africanxs, la AES no es sólo una fuente de optimismo, sino un faro de esperanza. Ningún dirigente de la AES ha declarado el socialismo como objetivo final, sino que se han centrado en construir las bases sociales necesarias. La AES, y en concreto Burkina Faso gobernada por Traoré, representa el eslabón más débil de la cadena del imperialismo en el continente africano, al tiempo que encarna la representación más sólida de las aspiraciones de nuestro pueblo a una auténtica libertad.

En este contexto, estamos alarmados por el creciente número y sofisticación de los intentos de golpe de Estado y asesinato contra el gobierno de Burkina Faso y Traoré. Recientemente se descubrió un complot originado en Costa de Marfil. Este complot implicaba a soldados y exsoldados que trabajaban en coordinación con «líderes terroristas». El objetivo del complot era «sembrar el caos total y poner el país bajo la supervisión de una organización internacional». El asalto al palacio presidencial estaba previsto para el 16 de abril de 2025. El gobierno de Uagadugú interceptó las comunicaciones que revelaban los detalles del complot y pudo así frustrarlo.

Estos enormes logros en Burkina Faso y la creciente inspiración no sólo en la Alianza del Sahel sino en todo el continente desafían el statu quo del imperialismo y de los gobiernos títeres en África y en otros lugares. En consecuencia, ha habido numerosos intentos de derrocar al capitán Ibrahim Traoré para frenar la propagación de su fuego en el continente.

Debemos comprender que, a pesar de todos los actos ejemplares y las valientes acciones patrióticas, la revolución de Traoré, como las de toda la AES, sigue siendo frágil; es joven y se enfrenta a inmensos retos, como la presión económica, los continuos problemas de seguridad y el sabotaje de las potencias imperialistas y sus simpatizantes. El gobierno y el pueblo de Burkina Faso operan en un entorno muy hostil.

¿Cuál debe ser entonces la postura de las fuerzas progresistas?

1. Debemos reconocer y afrontar las amenazas que pesan sobre Traoré, la AES y sus líderes. A pesar de las muchas contradicciones (incluido el hecho de que nadie puede predecir si estas revoluciones continuarán por una senda progresista o volverán a una política reaccionaria), sigue estando claro que un revés aquí podría retrasar por décadas las perspectivas revolucionarias de África.

Deberíamos animar a los pueblos de la AES —especialmente a Burkina Faso— a defender sus revoluciones, ya que se trata de revoluciones populares dirigidas por facciones militares progresistas. No pueden verse limitadas por las críticas liberales occidentales de sillón a la «democracia». Su verdadera medida debe ser la voluntad del pueblo. Mientras cuenten con el apoyo popular, deben seguir adelante.

3. Quienes estamos fuera del Sahel (en la madre África y en todo el mundo) debemos declarar nuestra inquebrantable solidaridad con los gobiernos que siguen adoptando medidas patrióticas para reclamar la soberanía política y económica sobre sus territorios y recursos naturales. Nos animan los cientos de miles de personas que salieron a la calle para defender a Traoré y a la AES tras el reciente intento de golpe de Estado, no sólo en Burkina Faso, sino también en Ghana, Kenia, Liberia y otros países. 

4. Debemos utilizar nuestras plumas y acciones sencillas para mostrar un apoyo inquebrantable a las revoluciones en Burkina Faso y en toda la AES.

A pesar de la amplia propaganda y de las vacilaciones entre fuerzas progresistas desconocidas, el sentimiento general entre los pueblos del Sahel sigue siendo de firme compromiso con la soberanía, la seguridad y la prosperidad. Ahora es el momento de atender el llamamiento de estos gobiernos y sus pueblos: una simple exigencia de no injerencia.

Aprovechemos el sentimiento del Día de la Liberación de África para unirnos a las fuerzas populares y revolucionarias del Sahel en su lucha por la soberanía completa, la liberación nacional total y el objetivo más amplio de un África unificada y libre.

Que el liderazgo decisivo, el arrojo y las valerosas acciones demostradas por Traoré y sus compañerxs del AES sigan enseñándonos valiosas lecciones.

¡Vivan el patriotismo, el antiimperialismo y el panafricanismo!

En solidaridad,

Secretariado del Pan Africanism Today

5 de junio de 2025